Quede dicho


Yo sé bastantes cosas. Eso es, digamos, una de mis ventajas. A diferencia de muchos, sé con qué debe rellenarse cierto esqueleto que he evitado armar desde hace tiempo. Eso de recoger los huesos repartidos y darles sentido no ha ido mucho conmigo. Y es que temo armar un pequeño monstruo de mi: uno que me ahogue y me vuelva demasiado eficiente, demasiado clavado con cumplir y meterme en tanta cosa.


A veces es jodido saber de uno mismo. Como hoy. Sé que temo al demonio de la culpa que corre tras ese otro yo que no siempre cargo conmigo, es pesado y jode demasiado. Sé de los latigazos recibidos, sé donde aprendí a darlos. Y no he querido aceptar esa parte de mi. Quizás porque temo esa competencia conmigo mismo, quizás porque temo ahogarme con ese yo. 

Pero lo cierto es que ese yo me ha ahogado también grandes partes de mi. Me ha retrasado en el camino, y me ha hecho perder ciertas rutas. Ese yo posterga, ese yo evita a sí mismo la tarea de enfrentarse a sí.  Ese yo ha sido un cómodo lugar.  Pero he sentido que ya esto huele a rancio. Y que puedo estar en un lugar mejor. 

Pinches capacitaciones que lo hacen darse cuenta de tonteras propias a uno.

Víctor

Comentarios

Entradas populares