Feisbuc

Esto tiene la potencialmente única virtud de acercarme a tu retrato. Ya no tengo que esperar a conocer a una amiga tuya, que me enseñe una foto en la que salís mas o menos bien para que yo me comience a hacer la idea de como sos. Así fue alguna vez, en que supe primero de tus letras, luego de tu voz y al final de tu rostro apenas por unas fotos desenfocadas. Me acerco a lo que decís de vos. No necesito un chismógrafo, como cuando cruzaba miradas con una hermosa desconocida de la que al fin supe que le gustaba Menudo y perdió toda la gracia que tenía su útil y acomodable anomia.

(Esto no tiene, sin embargo, la virtud de acercarme a cómo se ven tus ojos cuando recién aparece la alegría, o cómo responden las entrañas cuando sé que estás intentando descifrarme más allá de mis muchas palabras. No sé bien en realidad como cae tu cabello en tus hombros o cómo se refleja la insípida luz de las lámparas fluorescentes en tu piel recién bañada. No.)

Me acerco a quien es tu mundo. Sé que tenes o no, como todas, un album llamado "Playita". Sé que fingís una mueca como si fuera risa y salís igual en cada foto (risa de coctel, que le llama Mario). Sé o no sé si te gusta esta interactividad a puras letras. Intuyo. Soy perspicaz, mal pensado, esos sinónimos de ser inseguro.

(Esto tampoco me dice, digamos, aquel lindo efecto del silencio en una plática. O de ver la sinuosidad tuya yéndose por un pasillo. De tratar de obviar que no tengás las uñas un poco largas, lo suficiente como para despulgarme de la tristeza cotidiana. No me dice nada de si la música te hace moverte, o cantar, o si no te hace nada. No es espacio para saber si sos algo mas bella con cierta luz, porque tenés la maña de alterar cada foto con efectos de programa.)


Hay algo como demasiado acercamiento temprano. Sin oirte decirme bayunco por el teléfono a unas ocho y media de la noche, voy sumando o bajando la emoción conforme descubro cosas que nos acercan en esta virtualidad, en esta lista de chequeo, en este monitoreo que puedo hacerte. Casi cada pregunta está a un click de su respuesta.

Según esté mas o menos allá en ese historial se pierde la magia, la emoción, la gloriosa agonía. Se sabe demasiado: quien te anda cayendo, de quien no has borrado fotos en pareja. Este conocerte sin ver cómo invento una forma de saber si tenes o no novio, este no necesitar mucho tiempo para hallar la manera de saber si hay alguien más intentando llegar adonde yo ando pensando llegar y si ese alguien tiene más chances. Para alguien como yo, esto te quita el poder emocionarte y, peor, te quita poder vivir la vergüenza silenciosa, el dulce y amargo dolor de quien sabe que se ilusionó demasiado antes de encontrar huevos para conocer la dolorosa evidencia, la que borra todo atisbo de esperanza. Esto extingue la materia de donde salieron las líneas que urdí noche a noche en muchos cuadernos.

No hay gracia en esto. No se intenta, digamos, un nada accidental roce de manos para ver si se siente electricidad no estática. Esta normalidad quita esa posibilidad. Lo normal de hoy es este absurdo: desilusionarme de vos sin ver tu reacción cuando te pregunto si te gusta la poesía.

Vale verga, mapachada

Comentarios

vago_09 ha dicho que…
Voy allí...

He de decir, como elemento cómplice del autor, que he padecido las mismas fobias, los mismos miedos, los mismos principios de incertidumbre frente a esto que ahora damos por llamar "mundo virtual".

Atrás quedaron las formas más simples de hacer el juego tan primitivo del amor. Aquellas tardes de dar cinco, diez o quince vueltas a la manzana para lograr un amague de interés de parte de la interpelada.

Hoy, todo es tu "feisbuck", tus "likes" o tus "followers", según sea el caso. Duele, y mucho, que la vaina siga volviéndose cada vez más cibernética, más de otro mundo. Que un día, vas a tener una boda sin amigos de siempre, sino, con amigos virtuales. Con puras cuentas de feisbuck o twitter.

Ahora que el mundo parece comerse asimismo, y pega el retachón para volver a sus orígenes, bien valdría la pena de mandar a la mierda las laptops y comenzar a montar las BMX. Por el bien de la especie!

PD. No vaya ser que nos salgan puros bots por hijos!
Anónimo ha dicho que…
Definitivamente somos muchos lo que coincidimos en estos pensamientos, en lo torcido que se ha puesto todo y en lo lejanos que estamos de esa inocencia de los tiempos de antaño cuando una sonrrisa podía ser la más tierna del mundo y solo se contemplaba por segundos. Quienes nos animamos a comentar sonamos como ancianos, menos virtuales y más de carne, pero en fin así se siente y se extraña. Buena entrada, se agradece.
Raquel ha dicho que…
Te iba a preguntar "¿Y por qué no le preguntás?". Ya se la respuesta, ya me ha pasado: para no desilusionarte. Pero sabés, de vez en cuando está bien salir de la duda. Solo así vas a saber cómo es fuera de la pantalla. Y sí, tal vez la realidad te decepcione, pero es la única manera de saber.

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