De carencias rutinarias

Así me pasa. Una frase surge, por ejemplo, haciendo fila para pagar las compras en el supermercado. Y por muy inspirados que nos pongamos, escribir de nostalgias de lunas de volcanes y la relación entre lo menguante y lo insípido y la ausencia y la suavidad de unas manos es un poco complicado mientras cargás con seis yogures, queso procesado para sandwiches, dos clases de jamón, una libra de posta de cerdo, una libra de carne para deshilar, tu desodorante, tu jabón líquido "for men", un par de calcetines para sustituir los que tenes que ya socan para afuera, un pan de caja Lido, un litro de agua de coco, cinco libras de frijol, un asuntito odorizante para el baño de la oficina, un paquete de galletas, unas cebollas y unos tomates que se te hacen demasiado caros, y sal, porque siempre hace falta.

Ahí pensás en que deberías haber ido al mercado el domingo o el sábado, haber comprado pescado, una sandía (siempre tenés suerte para comprar sandía, sabés), naranjas, mandarinas, monte, unos ayotes ( también tenés suerte para comprar ayotes tiernitos y güisquiles) y quizá habrías hallado alguna otra cosa, como zapotes o unos rábanos bien frescos. Habrías encontrado una ancianita vendedora y le habrás llevado todos los limones, mangos, o lo que fuera que tuviera, porque después de todo te parecés a tu papá y se te hace el corazón de pollo al ver una ancianita vendiendo, como sus tías y su mamá alguna vez lo hicieron.

Cielos que se buscan
Vas a la casa de esa mujer, esa suerte de mujer, esa mujer con la que no necesitás hacer trampas. Esa mujer que te mira con la limpieza de ese cielo que siempre vas viendo, buscando atardeceres que guardar, rayos y nubes que te hagan olvidar que tenés reuniones, informes y entrevistas que procesar. Luego recordás a los amigos. Los nombres, los importantes nombres y te reprochás, te reprochás perderte, dejarte atrapar por la rutina, dejarte desaparecer mientras la gente camina por su rumbo, y pensás, querés creer que la huella es recíproca, que el ánimo persiste y que nada se pierde, que lo que queda es lo bueno.

La noche llega.
Las palabras,
las suaves palabras no aparecen
con la facilidad que aparecen las cosas por pagar,
las fechas de entrega y
lo que se debería hacer por necesidad.

La luna
la menguante melancolía,
la inspiración
la respiración
ahogadas en este calor que hace pegajoso el pensamiento,
nada del deseo de sus manos agitándome el pelo,
de ver la luna apareciendo tras el volcán.

Las ganas de escribir algo, algo que diga algo, que hable aunque sea del día, o que cargue contra la insipidez de esa parte de la vida en que uno no puede agitar un verso mientras carga la prisa y las bolsas con las compras, que le tire piedras a la amargura de cuando llega la inspiración y uno apenas garabatea tres palabras que luego olvida para que habrían de servir.

Vale veinte. Mejor vamos a sudar; digo, a dormir.


Canciones de inspirar.
Astor Piazzolla – Inspiración - Remastered
Vox Dei – Genesis
Ronnie Earl – Pastorale
Fleetwood Mac – Albatross
Pink Floyd – The Great Gig In The Sky - 2011 - Remaster
Pink Floyd – Echoes - 2011 - Remaster

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