De domingos a domingos...

Mirando por la ventana de la luz al final del túnel...
Tres años atrás, un domingo como hoy, mi familia se reunía a tomar atol hecho con los elotes que mi abuelo sembró en una parte del terreno donde está su casa, llovió un poco, y habían invitados en casa. Al final del día yo acabaría en una capilla, llorando en el hombro de Mario, y regresaría a casa con una opresión en el pecho que no me dejó dormir sino un par de horas.

Luego tomaría decisiones movidas por la desesperación, a los días llegaría una aparente calma, sentiría los frutos de las amistades cultivadas a lo largo de mi vida, y sufriría una serie de insights tremendos respecto a lo que durante un par de años fue el epicentro de mi vida. Luego vendría tomar una decisión dura pero valiosa en términos del crecimiento como persona, llevarla a cabo y asumir sus consecuencias -durísimas- en un momento jodido de mi vida: iniciando la tesis de grado, hacerla solo -con lo que implica tenerte de propio compañero- y meterte en un huevo académico al tomar un tema novísimo para mi área desde una perspectiva metodológica que nunca usaste en tu vida.

Recapitulaba todo esto en momentos puntuales del último mes. Y veía como el túnel en que muchas veces parecemos entrar no es más una cuestión de enfoque o al menos para mí lo ha sido así. No he dejado de quejarme por el dolor o los dolores que viví y a veces vivo (la soledad duele, especialmente cuando te caés y no hay quien te ayude a levantarte o sobarte las partes mayugadas), no he dejado de tener problemas, la situación pinta mas gris conforme pasa el tiempo y mis demonios son cadavez más tramposos, pero acá estoy, escribiendo éstas líneas tres años más tarde de un terremoto personal que me dejó mayugones que aún a veces duelen pero igual dejó cosas hermosas: lo bailado nadie me lo quita, me decían en aquel entonces.

Le decía a Wendy (gracias por la plática, cipota) que soy la mejor versión de mi mismo que puede haber aquí y ahora. Con ésto quiero decir además que luego de pasar revisando todo lo vivido, encuentro que he puesto cada cosa en su lugar. He vivido cada sensación cuando ha ocurrido, he evitado esconderme, he ido de frente y he estado consciente de lo que he hecho en cada momento, asumiendo las consecuencias de cada decisión. He sido bien yo, cada vez más yo, auténticamente yo. Y cada vez me funciona mejor esto de ser el yo mismo que conozco.

Tengo mucho por hacer, nada menos ahora encontré -gracias a la plática con Gerardo, un interlocutor de lujo donde los halla- una posible línea de trabajo de investigación y teorización (algo que me hacía falta desde hace ratos), y gracias a las fotos que ven un deseo honesto de hacer las paces con mi imagen corporal, tan vejada a lo largo del tiempo.

Bueno, hay mucho que seguir diciendo al respecto de lo que estoy viviendo. Creo que cierro esto con el verso de Roque que antes estaba al fondo de Alta Hora, cuando usaba la plantilla azulita: 

Hay un mundo allá afuera... ¿sabés?
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

Victor

Comentarios

Edith ha dicho que…
Victor:

Esto de crecer y madurar a veces es doloroso, pero nos enseña a ser mejores personas, a tratar de vivir en paz y buscar la felicidad aunque implique tropiezos, caidas, moretones...

Saludos

Edith
Evi ha dicho que…
Hola, q bonito tu blog, soy Evi, no creo q te acordes de mi, pero igual, q bonitos blogs tenés....
Verónica ha dicho que…
¿Lo ves? ... Esta es una de esas ocasiones en las que, al leerte, quedo sin palabras.
(O al menos sin palabras que sea sano publicar).
Aldebarán ha dicho que…
Soy la mejor versión de mí mismo que puede haber aquí y ahora

No muchos pueden decir eso. Me alegro por tí.
Dulce Limón ha dicho que…
Enhorabuena :) y, por cierto...me gustan las fotos.

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