Ensayos

Un ensayo.
Tras otro ensayo. 
Tras otro ensayo. 
Tras otro ensayo. 

Un texto que viene a dejar uno por acá es un ensayo de otro ensayo y de otro ensayo. 

Vengo y dejo tres líneas. Las borro. Las recorto. Queda casi nada. Luego queda la nada, el vacío de haber creído que uno quería decir algo y luego ya no hay nada, sólo la sensación de unas letras que nacieron disparadas cada vez más lento de mis dedos y que ya son nada. 

Escribir tiene algo de disciplina, pero mucho de ganas, de rebeldía contra el propio yo acomodado que no quiere decir nada porque ha descubierto que es mejor guardarse las cosas para más tarde, que a lo mejor mañana lo que ora parecía una tormenta era solo una huacalada de agua alborotada, hecha horchata. 

También está saber que uno cumple otra vuelta al sol en unos días, y que se arremolinan ideas, cosas que capitalizar en frases, en letras que siempre ayudan a reubicar el panorama, a dibujar cosas que están ahí hasta que uno las pone en este idioma y cogen una dirección, unas pausas, un punto y seguido, y luego va otro párrafo. Otra vuelta al sol. Y así seguimos, ensayando esto que le llamamos vida. Estos registros son prueba de que todo es cuestión de ensayar. 

Hasta que nos alcance el punto final.

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