Luces, sonidos, tortugas...

De mis luces preferidas
Con el tiempo, venir al blog se vuelve una cuestión de encontrar el momento. Hoy, por ejemplo, encuentro un rato para dejar estas líneas. He escrito más en los últimos días, principalmente porque el país da cosas qué pensar y decir. Pero escribir es más que todo venir a callar ciertas cosas, a callarlas de la cabeza, quiero decir. Hay otras que pueden quedarse por ahí, murmurando, haciendo desvergue en la memoria. Otras no, otras requieren venir a ponerse en letras, en signos de signos de algo mucho más grande.

Hoy, por ejemplo he querido venir a decirles que estoy acá, oyendo música y recordé que tengo tiempos de no contarles de la música y de cómo la música me recuerda noches interminables de letras en las que las líneas llenaban los espacios vacíos de una ausencia que tenía un nombre que hoy conozco, un nombre con el que me he tomado de la mano fuerte mientras me enojaba y veía a un montón de gente lucear con sus estúpidas cámaras y celulares a una tortuga que acababa de dejar el milagro de la vida de las tortugas en la arena. Una tortuga que quizá no vuelva el otro año, y un grupo de gente estúpida a la que quizá no vuelva a ver pero que recordaré como una masa danzante de flashes que aturden a la naturaleza como para que esta no quiera volver a hacer milagros en la arena.

Una mierda la gente con luces intensas y con vidas ausentes de luz que les alumbre suficiente como para callarse y dejar a la naturaleza hacer milagros en arenas negras bajo lunas que van decreciendo. Gente con gritería y borrachera, con aullidos en kareokes playeros que rompen la canción de las olas y el viento en el manglar, gente que se toma fotos con tortugas que quieren volver al mar, tortugas que vuelven a una casa que ya no es suya, playas de noches intoxicadas de luces artificiales, de ruidos intoxicantes, de colores mentirosos que enceguecen la sinfonía de estrellas que nacen con la luna en la tibia arena negra.

Pura mierda esa gente y hermosa la vida, el milagro, las luces pequeñas que se dejan ver, que sé ver mientras tomo esa mano de esa mujer con ese nombre eterno.

Víctor

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