Gerardo
Hay de personas a personas en el mundo. Las hay buenas, todas las personas tienen la capacidad de ser buenas. Así lo creo fervientemente. Pero sé que en el mundo hay quienes eligen el camino contrario, o se ven orillados a tomarlo sin casi ninguna opción. Hay quienes son conscientes de ello, hay quienes no. Hay quienes optan por crecer tanto como pueden, pisando las cabezas de quien sea con tal de llegar más alto y acumular lo más posible. Hay quienes optan por no crecer nunca o crecer hacia diversos lados, sin que se note cuanto se ha expandido. Hay quien crece para adentro, hinchando el espíritu de formas que el común de las personas no nota si no hasta que por alguna rendija rebalsa eso que está creciendo dentro.
Yo tengo el placer de conocer a algunas de las mejores personas del mundo. Dios me las ha puesto en el camino para que yo descubriese Su amor hacia mí y hacia el mundo en esas personas. Porque a ver, es que hay gente que es una bendición en tu vida y una bendición para el mundo en general. A veces no lo saben y te toca decírselos, ayudarles a explotar, a que saquen esa luz que llevan dentro. Otros, nomás a ayudarles a concentrar la luz dispersa que llevan para que alumbren un camino.
Muchos y muchas de esas personas -susceptibles de ser un factor de esperanza en un colectivo, en un país, en un mundo - son underground, como dicen, apenas unos cuantos elegidos y cuantas elegidas sabemos esa calidad de humanos que son. Apenas unos pocos sabemos leer en el horizonte que ahí está "alguien", no un cualquiera. No alguien con la mera potencialidad de ser bueno, si no de ser alguien excepcionalmente bueno. Y es tan vergón saberse uno de esos pocos elegidos que descubren el diamante cuando aún está en bruto, ser parte de quienes pueden ayudarles a encontrar su brillo, aun cuando no necesiten más que alumbrarles la luz que ya llevan dentro.
Pues eso, conozco un ser humano excepcional a quien hoy no puedo darle un abrazo por su cumpleaños. Y con estas mis pocas posesiones -mis palabras- y mi mayor tesoro -el amor grande que se tiene a un amigo- quiero llevarle mi calor ahora que allá comienza a caer la noche. Sé que sabe que de estar juntos alzaríamos una copa de vino y yo le diria que es un grande entre grandes. Un rayo de luz del Dios en el que yo creo y el intenta comprender, que alumbra mi vida y que ha venido a alumbrar a este país, y al mundo.
Victor
Yo tengo el placer de conocer a algunas de las mejores personas del mundo. Dios me las ha puesto en el camino para que yo descubriese Su amor hacia mí y hacia el mundo en esas personas. Porque a ver, es que hay gente que es una bendición en tu vida y una bendición para el mundo en general. A veces no lo saben y te toca decírselos, ayudarles a explotar, a que saquen esa luz que llevan dentro. Otros, nomás a ayudarles a concentrar la luz dispersa que llevan para que alumbren un camino.
Muchos y muchas de esas personas -susceptibles de ser un factor de esperanza en un colectivo, en un país, en un mundo - son underground, como dicen, apenas unos cuantos elegidos y cuantas elegidas sabemos esa calidad de humanos que son. Apenas unos pocos sabemos leer en el horizonte que ahí está "alguien", no un cualquiera. No alguien con la mera potencialidad de ser bueno, si no de ser alguien excepcionalmente bueno. Y es tan vergón saberse uno de esos pocos elegidos que descubren el diamante cuando aún está en bruto, ser parte de quienes pueden ayudarles a encontrar su brillo, aun cuando no necesiten más que alumbrarles la luz que ya llevan dentro.
Pues eso, conozco un ser humano excepcional a quien hoy no puedo darle un abrazo por su cumpleaños. Y con estas mis pocas posesiones -mis palabras- y mi mayor tesoro -el amor grande que se tiene a un amigo- quiero llevarle mi calor ahora que allá comienza a caer la noche. Sé que sabe que de estar juntos alzaríamos una copa de vino y yo le diria que es un grande entre grandes. Un rayo de luz del Dios en el que yo creo y el intenta comprender, que alumbra mi vida y que ha venido a alumbrar a este país, y al mundo.
Victor
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