Pero nunca me caí...
Nunca supe quejarme de quien quería quejarme. Nunca supe enojarme a tiempo. Podrá decirse de mi que siempre me di cuenta tarde de cada chambre, especialmente de las noticias sobre mi mismo. Acepto que muchas de esas veces me valió verga saber que no sabía y que debía saberlo. Mi apego es paradójico, soy circunspecto, me enamoro de pequeños gestos que maximizo, solo puedo ser muy yo con cinco o seis personajes del dominio de lo sustancial, debo dominar mis raciocinios para poder sentir lo sentible, necesito de palabras que enmascaren lo que siento. Le tengo miedo a las inyecciones, me recuerdan una vulnerabilidad que resiento, detesto a los que se la pican porque nunca pude picármela de algo que no fuera ser santulón o nerdo, quiero ser muchas cosas, entre ellas yo mismo si me encuentro. Necesito quitarme de encima 90 libras de malos recuerdos, quemarlas onza por onza y una vez libre ver la piel que desgarré y que cosí con versos, palpar los recodos que hoy no veo pero siento.
[Soy metafórico, especialmente para quejarme. No es que diga que partes de mi se han caído con el intento aquel de asir la seguridad de que una mirada es cómplice y no una mirada más (¿habrán miradas que sean miradas menos?), o que siete u ocho de mis doce apóstoles se han caído de la Harley. Hablo de mi mismo con la distancia de un tercero, pero hoy me ha dado por decir algunas cosas, nomás por catártico intento]
[Soy metafórico, especialmente para quejarme. No es que diga que partes de mi se han caído con el intento aquel de asir la seguridad de que una mirada es cómplice y no una mirada más (¿habrán miradas que sean miradas menos?), o que siete u ocho de mis doce apóstoles se han caído de la Harley. Hablo de mi mismo con la distancia de un tercero, pero hoy me ha dado por decir algunas cosas, nomás por catártico intento]
Comentarios
Un abrazo a ambas, gracias por pasar.
Victor