Gone fishin
El infrascrito caballero de la exhuberante figura se va éste fin de semana a practicar el viejo arte de tirar la atarraya y el anzuelo, con la esperanza de que aparezca algo que poder echar al fuego después, para ser ingerido. Si no cae nada, no importa. Es rico tirar cien atarrayazos y tirar el 101 con la misma esperanza que el primero, y no sacar más que miles de risueñas lágrimas del estero. Igual es rico cuando un tímido jalón al cordel interrumpe los vagos pensares y recuerdos con la emoción de creer que ha picado algo, y se desata la emoción de jalar ese cordel casi frenéticamente para encontrar que los peces se han llevado otra vez la carnada, dejando desconectados los pensamientos de sus asideros más terrenales.
Amo pescar, ese arte de paciencia, esa lección de vida, esa herencia que me viene desde toda mi familia y que privilegiado por las circunstancias, puedo disfrutar como recreación y no como intento de subsistencia.
Por éstos rumbos andaré, espero traerles al menos alguna buena anécdota y no un dengue.
Victor
Comentarios
Suerte.